viernes, 7 de mayo de 2010

Una dieta equilibrada

Si uno pasa hambre es difícil que sepa cocinar y, en el hipotético caso de que se le dé bien, no podrá distinguir un plato exquisito de uno vomitivo si normalmente apenas prueba bocado. Una alimentación sana y equilibrada es fundamental y más aun si usted pretende dedicarse a la traducción. No sólo se trata de comer, sino de comer bien. En ese matiz reside la diferencia entre el que cocina y el que sabe cocinar. El primero lo hace para subsistir, porque no le queda más remedio. Pero el segundo lo hace porque quiere, porque le apasiona y un apasionado de la cocina es también un apasionado de la comida. Lea todas las sopas de letras que pueda para así luego escribir mejor las suyas. Ha de estar bien informado, ¿cuántos ingredientes no ha usado todavía? ¿Cuántos le quedan por conocer y cuántos desconocerá a lo largo de su vida? Una dieta saludable será su mejor aliado. Mens sana in corpore sano. Un estómago vacío con el tiempo equivale a una cabeza vacía y un cuerpo desnutrido sólo puede generar textos anémicos. Si el cráneo le suena hueco, rellénelo, rellénelo cuánto antes. Para ello, debe valerse de una curiosidad insaciable, esté siempre hambriento, pero sin pasar hambre: ese es el truco. Vivimos en la época de la sobrealimentación. Tiene a su alcance un suministro infinito de sopas de letras, fechas, datos, textos, imágenes. Aprovéchelo. Cuanto mejor alimentado esté, mejor sabrá alimentar a sus lectores. Y ahora si me disculpan, tengo un caldo de verduras en el fuego.

domingo, 21 de marzo de 2010

La importancia de una buena higiene

Igual que el chef se lava las manos antes de cocinar usted también debe lavarse los ojos antes de leer. Ni se imagina las terribles consecuencias que una mala higiene puede ocasionar. No hace mucho un cocinero escuchó cómo uno de sus clientes soltó un alarido diciendo: “This really pisses me off”. El hombre se refería a un pelo que había aparecido en la sopa, pero el cocinero, que se había perdido la escena en la que éste sostenía el cabello entre los dedos índice y pulgar y lo elevaba hasta la altura de sus ojos con expresión de asco, creyó entender que el pobre señor tenía problemas de vejiga y la sopa actuaba de diurético. Enseguida el cocinero se acercó para indicarle dónde se encontraba el servicio. Si usted sabe diferenciar un texto escrito por alguien con conjuntivitis y otro escrito por alguien que acaba de pasar un pañuelo a los vidrios de sus gafas comprenderá porqué justo después de la intervención del cocinero el pelo se reprodujo y originó una exuberante peluca que se bañaba en caldo de rape.

Se trata de interferencias y es el resultado de tener las manos sucias, los oídos taponados o los ojos enfermos. Resulta imposible localizarlas si uno no está atento. Aunque tampoco basta simplemente con prestar atención, no sea perezoso ni altivo y déjese ayudar por diccionarios y gramáticas. Pero, sí, al final, todo se resume en una buena higiene. No querrá usted que el cliente se empape de aceite nada más tocar su traducción.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Los principios metodológicos de la traducción

Antes de llevar a cabo su traducción se requiere un ritual previo. Hay una serie de cosas que debe saber si no quiere que su receta huela a pollo frito y sepa a barritas de pescado congeladas.

La importancia de la lengua de llegada

No pretenda usted ir tan rápido. Si quiere traducir debe saber antes codificar. Este proceso empieza en la lengua materna y se materializa en una buena redacción. Una vez sea capaz de identificar los códigos y ordenarlos correctamente en su propio idioma, estará capacitado para trasladar el mensaje de un código a otro.

Además, un buen traductor, que no un trujamán truhanesco, tiene que ser escéptico. Ya he hablado de los tropezones en la sopa. Si no anda con ojo quedarán menudillos de la lengua de partida. No dude en remover el caldo tantas veces como sea necesario: altere el orden de las palabras si es conveniente y desconfíe, sobre todo, desconfíe.

La finalidad comunicativa de la traducción

Ha de tener claro que en su sopa de letras lo que importa no son los ingredientes, sino el sabor que le transmitirá al que la pruebe. Da igual que los ingredientes no sean los mismos que los de la receta original si el resultado tiene una textura y un sabor idéntico. La función principal de la traducción es comunicar y hacer llegar un determinado mensaje a un receptor que desconoce la lengua en que originariamente se produjo. Sé de un consejo que podría serle útil: visualice todo el recorrido que ha debido de sufrir el texto original, imagine cómo pudo maquinar la cabeza del autor y elabore el nuevo texto de la manera más natural, teniendo siempre en mente al destinatario.

La importancia en la fase de comprensión

Por supuesto, no hace falta mencionar que si usted no ha aprehendido el sabor y la esencia de la receta original no podrá plasmarla en la suya. Ha de tener en cuenta el contexto y los referentes culturales, identificar cada una de las ideas y localizar los elementos que puedan llevar al gastrónomo a confusión.

El dinamismo de la equivalencia traductora

Ya le he comentado que los ingredientes de la receta original pueden diferir de los de su propia creación. Ahora, permítame añadir, que no sólo pueden diferir, sino que en ocasiones es necesario que se usen ingredientes distintos. El contexto es lo que nos permitirá saber qué elementos son los más apropiados. También tenga presente las limitaciones de los libros de cocina, o de los diccionarios bilingües, da lo mismo. Por ello, en ocasiones tendrá que recurrir a paráfrasis o a la ayuda de un diccionario analógico.

La crítica de traducción

Last but not least, el traductor ha de ser un buen crítico. He aquí los pasos para identifica un plato pésimo y las alternativas para conseguir los cinco tenedores:

Texto meta
Léalo detalladamente y subraye lo que no entienda o le suene forzado. Compruebe que existe coherencia, si el modo y el tono son los adecuados etc.

Texto original
Analice la intención del autor. Extraiga las ideas principales y secundarias. Determine el tono y el estilo y fíjese en la estructura interna.

Análisis de la traducción
Compruebe que el estilo, el tono y la intención del texto original se conservan en la traducción. Anote posibles problemas [FS (falso sentido), CS (contra sentido, SS (sin sentido), NMS (no mismo sentido), etc.] Verifique que no se ha omitido o añadido información.

Por último, señale los aciertos de la traducción. Ya puede empezar a proponer una reformulación de la receta.

lunes, 15 de marzo de 2010

Declaración de intenciones

El traductor traduce, se trata de una tarea muy sencilla. Ni siquiera hace falta que le explique la receta. Recoja usted un montón de palabras, de donde sea. Las venden en cualquier supermercado por cuatro duros. Incluso hay filántropos que las lanzan a diestro y siniestro totalmente gratis, sin ningún coste adicional o letra pequeña. Cójalas, cójalas de donde sea. Pero que todas ellas tengan cierto parecido entre sí, claro.

Cuando reúna la cantidad deseada de caracteres, mírelos bien, lávelos y, si es necesario, arranque las manchas con un pelapatatas. A continuación viértalos en una olla con agua hirviendo y déjelos hasta que se considere preparado para el siguiente paso.

Ahora viene la parte más difícil. Si ya está usted listo puede proceder a pasar el caldo por un colador. Tenga mucho cuidado y procure no dejar ningún resto de las palabras en la sopa. El resultado debe ser un caldo claro y sin tropezones. Puede que no le importe encontrar tropezones en su plato, porque se ha encargado usted mismo de buscarlos y le cuesta deshacerse de ellos. Pero el buen traductor sirve la sopa sin tropezones, ni siquiera un par de fideos.

Para comprobar que su receta ha sido llevada a cabo con éxito ofrezca una ración a algún amigo o parroquiano. Si después de probarlo consigue distinguir el regusto de las palabras utilizadas previamente, habrá realizado un buen trabajo. Si el individuo encuentra dificultades para identificar el sabor o lo que prueba se le antoja aguachirle, le invito a leer este blog en el que espero ayudarle a evitar ese tipo de situaciones o simplemente a hacerle pasar un buen rato.