domingo, 21 de marzo de 2010

La importancia de una buena higiene

Igual que el chef se lava las manos antes de cocinar usted también debe lavarse los ojos antes de leer. Ni se imagina las terribles consecuencias que una mala higiene puede ocasionar. No hace mucho un cocinero escuchó cómo uno de sus clientes soltó un alarido diciendo: “This really pisses me off”. El hombre se refería a un pelo que había aparecido en la sopa, pero el cocinero, que se había perdido la escena en la que éste sostenía el cabello entre los dedos índice y pulgar y lo elevaba hasta la altura de sus ojos con expresión de asco, creyó entender que el pobre señor tenía problemas de vejiga y la sopa actuaba de diurético. Enseguida el cocinero se acercó para indicarle dónde se encontraba el servicio. Si usted sabe diferenciar un texto escrito por alguien con conjuntivitis y otro escrito por alguien que acaba de pasar un pañuelo a los vidrios de sus gafas comprenderá porqué justo después de la intervención del cocinero el pelo se reprodujo y originó una exuberante peluca que se bañaba en caldo de rape.

Se trata de interferencias y es el resultado de tener las manos sucias, los oídos taponados o los ojos enfermos. Resulta imposible localizarlas si uno no está atento. Aunque tampoco basta simplemente con prestar atención, no sea perezoso ni altivo y déjese ayudar por diccionarios y gramáticas. Pero, sí, al final, todo se resume en una buena higiene. No querrá usted que el cliente se empape de aceite nada más tocar su traducción.

2 comentarios:

  1. Interesante teoría.

    Desde luego, los traductores deben ser todo lo asépticos y fieles que puedan (y que además, la gente se lo crea, aun siendo mentira).

    Yo siempre escribo con conjuntivitis. Aunque consulto bastante, me dejo llevar por una enfermedad peligrosa e inevitable que es el punto de vista.

    Al fin y al cabo, el agua del grifo también tiene cal, por eso hasta el más limpio tiene algo sucio aunque no sea capaz de advertirlo.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Yo añado la disciplina. No es solo lavarse las manos, sino cocinar a menudo. O se pierde el punto. Lo mismo sucede que el ejercicio de escribir, que también sirve a mantener una buena higiene. Lubrica las manos y ayuda a controlar mejor la sal. Y además hace feliz a gente como yo, que viene a leerla.

    ResponderEliminar